lunes, 29 de junio de 2015

Nuevo tratamiento: Día 1

Ya sabía yo que la regla me iba a bajar un lunes, que era el único día de toda la semana que no quería que me bajara.

Y es que yo el día 7 del ciclo, antes de inyectarme el Orgalutrán, quería pasarme por el KiWuZe para que me hicieran una ecografía y me dijeran si la estimulación había ido mejor que la última vez.

Orgalutrán son las inyecciones que tengo que ponerme en los días 7, 8 y 9 del ciclo para inhibir la ovulación y que unos días después puedan hacerme la punción.

Como la regla me ha bajado hoy lunes y el día 7 del ciclo será domingo, no podré hacerme esa eco y tendré que inyectarme el Orgalutrán aunque unos días después puede que me digan que tenemos que suspender el tratamiento por baja respuesta a la estimulación.

Me molesta, la verdad, porque en caso de que la respuesta haya sido baja… ¿para qué meterme más mierdas? Pero bueno, el destino lo ha querido así, así que sólo queda esperar que Elonva de verdad me funcione mejor que el Gonal y que cuando vaya el martes a hacerme la eco me digan que todo ha ido de maravilla.

¡Por favor, cruzad los dedos!

viernes, 26 de junio de 2015

La Doctora Muda II: Ecografía y resultados de los análisis

Hoy es mi día 21 del ciclo, día perfecto para hacerse una ecografía y ver si está todo bien antes de empezar con el nuevo maratón de inyecciones.

Sí, volvemos al ataque.

Y sí, de nuevo estoy en el tren camino al KiWuZe. Debería poder decir que sé lo que me espera, pero la verdad es que no es así. Durante todos estos meses he intentado reprimir todos los pensamientos relacionados con este centro y el que tenga la cita con la Doctora Muda en vez de con la Doctora T. no facilita las cosas.

Se supone que es tan sólo una revisión rutinaria, pero la verdad es que empiezo a ponerme nerviosa y a tener miedo de que hoy me digan que todavía no podemos empezar. ¿Y si me dicen que tengo quistes?

Además, la última vez que estuve allí, me hicieron un análisis de sangre para ver qué tal estaba la antimuleriana y todavía no he pedido que me digan el resultado. Tengo miedo. ¿Y si me dicen que no tengo suficientes ovocitos y que tengo que ir a ovodonción?

Lo dicho, tengo miedo. ¡Mucho!

En el bolso llevo los resultados de los análisis de saliva pero la verdad es que aún no sé si seré capaz de enseñárselos. Por un lado porque casi nunca tienen (suficiente) tiempo para mí y por otro porque a veces tengo la sensación de que cuando pregunto tantas cosas me toman por loca. Además, me da que la Doctora Muda va a querer hablar lo menos posible conmigo.

Bueno, ya veremos qué tal. Supongo que mi negatividad tiene también con el hecho de que hoy he tenido que madrugar mucho e ir al KiWuZe directamente desde el trabajo. ¡Con lo bien que estaría yo ahora en casa echándome la siesta…!


Dos horas después…


Acabo de salir de la consulta y no sé qué pensar.

Nada más llegar, todavía en mostrador de recepción, ya la primera (desagradable) sorpresa:

- “¿Tiene su carnet de vacunación aquí?”
- “Sí, de casualidad lo he cogido antes de salir de casa”
- “¿De casualidad? ¡Si le dijimos la última vez que lo trajera!”
- “No, eso no fue la última vez, fue mucho antes y ya se lo traje en su momento. ¿Tengo que enseñárselo otra vez?”
- “Ah, ¿Que ya lo trajo? A ver… Ay, pues es verdad. Ya veo que lo escaneamos y lo tenemos en su historial médico.”
- “¡Ya decía yo!”
- “Ah, pero lo que todavía no nos ha traído son los resultados de la citología para la prevención del cáncer de útero.”
- “Nadie me dijo que los tuviera que traer.”
- “Bueno, pues la próxima vez los trae.”
- “Pero, ¿tengo que hacerme una citología ahora o vale la que me haya hecho este año?”
- “No puede tener más de dos años”
- “Vale, la próxima vez se los traigo.”
- “Pues ya puede sentarse un momento en la sala de espera”.

Al menos esta vez, por suerte, no había ningún matrimonio feliz con niño(s) como en otras ocasiones. ¿Cómo es posible que esté permitida la entrada de niños en una clínica de este tipo? ¿No les importa el daño que hacen a las que todavía no hemos conseguido tener uno? ¿Ya no se acuerdan esas mamis de lo duro que es estar en esa sala de espera sin un niño propio? Sí, ya, ya lo sé, que a lo mejor no tienen a nadie que se pueda quedar con los niños, que una canguro es muy cara… pero yo no lo puedo remediar, me llevan los diablos cuando los veo, tan felices, como si quisieran restregarnos a las demás por la cara que ellas ya lo consiguieron. ¡Como si no tuviéramos bastante con ver la salita de juegos llena de libros y peluches!

Al poco me han llamado y me han acompañado a la consulta de la Doctora Muda. Me he asustado un poco cuando la he saludado efusivamente (tan efusivamente como se puede en una situación como ésta) y de su boca ha salido tan sólo un hilito de voz: “Guten Tag”. Menos mal que después ha carraspeado un poco, se le ha aclarado la garganta y ya ha empezado a hablar.

No me ha dado ni tiempo a preguntar por la hormona antimuleriana cuando me ha dicho:

- “En el último análisis de sangre que le hicimos en marzo no salieron bien los valores la tiroides, ¿no? Salieron los anticuerpos TPO altos.”
- “¿En serio?”
- “Sí, pero no se preocupe porque ya está tomando medicación para la tiroides, así que ya deben de estar otra vez bien.”
- “Yo no estoy tomando nada”
- “Sí, hombre, la L-Thyroxin”
- “Yo no estoy tomando nada. Eso tampoco”
- “Uy, pues le hago la receta ahora mismo porque con estos valores es importantísimo que la tome”

Y yo, aunque estaba flipando bastante con lo caóticos que son en esta clínica, me sentí aliviada haciéndome creer a mí misma que con esta nueva medicación todo iba a salir bien en nuestro nuevo intento con la FIV.

Le dije que ya era hora de que alguien me dijera esto, que había pasado por todo tipo de médicos desde hacía 5 años quejándome de unos síntomas muy similares a los que produce una enfermedad tiroidea pero que todos me decían que estaba todo bien aunque en algunos de los análisis que me habían hecho ya se veía que había algunos valores un poco fuera de lo normal.  

Y entonces le enseñé en primer lugar los resultados de los análisis de los resultados de los análisis de sangre que me había hecho la endocrina. En el informe que ésta me dio se podía leer que los anticuerpos TPO estaban altos pero que en su opinión no se precisaba medicación. Sin embargo, la Doctora Muda era de otra opinión ya que, según ella, mis TPO suben todavía más cuando empiezo con las inyecciones para la estimulación ovárica. Como pronto voy a empezar con el maratón de hormonas otra vez, es importante que tome las pastillas para bajar los TPO.

A continuación le enseñé los resultados de los Speicheltests que me hice hace algunas semanas y, para mi sorpresa, no sólo leyó los informes con mucha atención sino que además me confirmó que los análisis de saliva eran también un buen método para analizar los niveles hormonales. También para mi sorpresa, celebró que tuviera la DHEA tan alta porque, según ella, esta hormona asegura que haya una buena cantidad de estrógenos y eso parece que es bueno. De hecho, me ha dicho que a pesar de lo que pone en ese informe, puedo estar contenta porque no tengo nada malo.

¡Y yo que pensaba que la DHEA estaba alta porque tenía una infección que todavía no me habían encontrado…! Aunque bueno, con esta clínica que cada día y cada doctor me dice una cosa diferente… ¡Espero que la próxima vez no me digan que sí estoy enferma de algo!

Entonces me ha imprimido los resultados de los análisis y me he asustado. En cuestión de un año, mi antimuleriana ha bajado de 1,91 a 0,54 lo que según el papel se considera baja reserva ovárica. Ya estaba pensando en ponerme a llorar nada más salir de allí cuando me ha dicho que no es motivo para alarmarse porque ese resultado puede ser diferente cada ciclo y que esa hormona es a menudo sobrevalorada. Me he sentido aliviada pero, al igual que antes… ¡a saber si la próxima vez no me dicen lo contrario!

Después de zanjar es tema de los análisis, hemos pasado a hacer la Ultraschall y, menos mal, no tengo ni quistes ni nada que nos impida intentar la FIV el próximo ciclo. Por eso me ha dado el plan de acción. Esta vez probaremos algo nuevo (como ya me dijo la Doctora T. la última vez). Esta vez, en vez de Gonal F., me pincharé Elonva, una inyección que actúa durante 7 días por lo que sólo es necesario pincharse una vez, el tercer día del ciclo. Los días 7, 8 y 9 del ciclo me inyectaré Orgalutran, para reprimir la ovulación, y poco después será la punción. ¡Si llego a la punción, que eso está por ver!

Y como tengo miedo de que de nuevo la estimulación no sea suficiente y tengamos que volver a cancelar el tratamiento antes de llegar a la punción, le he dicho que me niego a inyectarme el Orgalutran sin haber visto antes si Elonva hace el efecto esperado. Ha sido supercomprensiva y me ha dicho que puedo ir a hacerme las ecografías siempre que quiera y que le parece bien que vaya antes de tenerme que inyectarme el Orgalutran. Me ha encantado que me lo haya ofrecido pero ahora que lo pienso bien… ¿no me lo habrá dicho porque gana más cuantas más veces vaya? ¡Espero que no!

La verdad es que la primera vez que conocí a la Doctora Muda no me cayó nada bien. De hecho, me sentí muy ofendida por el trato (o mejor dicho, no-trato) recibido. Pero hoy ha sido muy atenta conmigo y le estoy muy agradecida. Tanto que creo que a partir de ahora pediré todas las citas con ella.

A ver qué tal me va…

viernes, 19 de junio de 2015

Speicheltest II: Resultados

Aunque no he escrito mucho para el blog, la verdad es que este mes he hecho un montón de cosas. Una de ellas son los dos Speicheltests de los que os hablé. ¡Y ya me han llegado los resultados!

Como ya os conté, el primero lo hice en el día 22 del ciclo y el otro en el día 11 del ciclo siguiente. Imagino que lo mejor habría sido hacerse los dos análisis en el mismo ciclo pero en realidad supongo que dará igual.

En el primer análisis (estando ya en la fase luteal o segunda mitad del ciclo) me midieron la progesterona y el estradiol y, para mi sorpresa, el nivel de progesterona era perfecto mientras que el de estradiol estaba bastante bajo.

 

Según el informe que acompaña a estos resultados, el estradiol es responsable del cabello y del útero, por lo que mi problema de infertilidad podría ser consecuencia de esta deficiencia. Además, también advierte de que en periodos con mucho estrés, la progesterona se convierte en cortisol por lo que aunque en el análisis parezca que mis ovarios producen suficiente progesterona, podría no ser suficiente para llevar a cabo un embarazo.

En el segundo análisis (en la fase folicular o primera mitad del ciclo) me midieron el estradiol, el estriol, la testosterona y la DHEA, y los resultados fueron los siguientes:



Según el informe, la DHEA aumenta en épocas de estrés excesivo y prolongado o cuando hay alguna infección en el organismo. Así, cuanto más estrés se tenga o cuanto más grave sea la infección, más subirá la DHEA por encima de los 220 pg/ml. Yo la verdad es que en las últimas semanas he tenido bastante estrés pero no creo que hasta tal punto. ¡Espero que no se trate de una infección o que esté enferma!

También pone en el informe que el motivo por el que el estradiol está tan alto es porque parece que se han adelantado los días fértiles, por lo que mi fase folicular es bastante corta.  Y también que un valor bajo de estriol está relacionado con una infección o reacción en alguna de las mucosas. ¿Quizás por culpa de la alergia al polen?

Ah, y casi se me olvida comentar la testosterona. ¡Pues parece que mis problemas de libido no se deben a una falta de testosterona! Habrá que seguir buscando...

La verdad es que está bien que junto con los resultados de los análisis te manden un informe con aclaraciones sobre los diferentes resultados pero a veces las aclaraciones no son suficientes. A ver si tengo valor para enseñárselo a la Doctora Muda en mi próxima visita al KiWuZe y salgo de dudas sobre si algunos de los resultados obtenidos puede tener alguna relación con la infertilidad.

viernes, 12 de junio de 2015

Biorresonancia

Por fin llegó el día de ir a la Heilpraktikerin cuyo método de curación es, según dice ella, la biorresonancia. Y digo “por fin” porque ya estaba deseando quitármelo de encima. Cuando hice la cita quería que llegara ese momento ya, pero para cuando llegó, dos meses después, mi motivación ya se había ido casi por completo. Y cuando esto me pasa, no es buena señal, significa que he dejado de “creer” que me ayudará, pero bueno, gracias a esto, tampoco fui muy nerviosa.

Llegué bastante puntual y cuando entré a la consulta, me sorprendió que ni siquiera estuviera la recepcionista. Después me enteré de que por las tardes la Heilpraktikerin está sola en la consulta y fue por eso por lo que me recibió ella misma unos diez minutos después.

Mi primera impresión fue que todo era bastante antiguo, como de los años 70: el edificio, la consulta, los muebles, la decoración… ¡hasta ella me pareció antigua! Y es que debía de rondar los 70 años como poco.

Vestida completamente de blanco, color a juego con su pelo, con la cara totalmente arrugada (pero de gesto amable) y bastante locker, me llevó a su despacho, donde debió de dar por hecho que yo ya conocía su método porque apenas me explicó qué íbamos a hacer.

Sólo me hizo algunas preguntas sobre las molestias que me llevaban hasta allí. Cansancio, apatía, falta de deseo sexual, alergias, enfermedades múltiples desde que empecé a tomar la píldora… De todo un poco le conté.

Ya en este momento me pregunté por qué coño tenía yo que contarle qué me pasaba. ¿No podía su máquina maravillosa adivinarlo? Pero, bueno, ya era demasiado tarde para salir por patas así que fingí que estaba interesadísima en saber cómo iba a curarme de todo aquello.

Y por fin llegó el momento de conocer el invento. Me llevó a otra habitación (todavía más setentera que la anterior) y me explicó muy por encima cómo funcionaba el cacharro.

Se trata de un aparato que recuerda a un antiguo equipo de música, sólo que con más botones y sin lugar para meter los cassettes. De éste salen un montón de cables que bien podrían ser la clavija de unos auriculares pero que en vez de conectarse a un reproductor de mp3, se conectan a una especie de cilindros y bolas de un material que podría ser latón. Los cilindros sirven, se supone, para diagnosticar tu enfermedad mientras que las bolas sirven para curarla.

Otros cables, también terminados en una especie de clavija son los que se utilizan para buscar el lugar donde tiene lugar la enfermedad: el hígado, la vesícula, el corazón, y mínimo 17 partes del cuerpo más. Y digo 17 más porque con esas clavijas no es que te toque directamente en los órganos sino que (como en muchas otras técnicas de curación y charlatanería) busca tu enfermedad en los dedos de las manos y de los pies (20 en total, ¿no?).

www.balancedbodywellnesscentre.com

Y empezó el show.

Mientras yo sujetaba uno de los cilindros con la mano derecha, ella acercaba la clavija a cada uno de los dedos de mi mano izquierda y esperaba la reacción de la máquina. Después, al contrario, yo sujetaba el cilindro con la mano izquierda y ella acercaba la clavija a los dedos de mi mano derecha.

Para haceros una idea mejor, podéis ver esta fotografía:


www.lifeharmonizer.name


Como podéis ver, la máquina, además de botones, tiene a la derecha un medidor circular con una aguja. Pues ésta sube o baja, según la intensidad de las ondas electromagnéticas que emitan mis órganos. Si se mantiene la aguja por debajo de 70, todo está bien. Sin embargo, a partir de 70 la máquina empieza a pitar y, según ella, eso significa que la enfermedad está en el órgano al que corresponde ese dedo. No sé si me explico.

La verdad es que a mí todo el rollo me recordaba un poco al juego “Conector”, ése de preguntas con diferentes respuestas y que si pinchabas en la respuesta correcta se iluminaba la bombilla. Pues igual.

www.ionlitio.com

Ya no recuerdo en qué dedo pitó la máquina ni a qué órgano me dijo que se correspondía porque lo que vino después me interesó muchísimo más. Y es que ahora lo que tocaba era descubrir qué era lo que causaba la molestia.

En la foto también podéis ver que encima de la máquina hay una especie de lapicereros con tapa, también de latón, que también están conectados por cables a la máquina. En éstos se coloca una especie de ampollas rellenas de algo que puede ser la causa de la enfermedad y se vuelve a acercar la clavija al dedo que había hecho pitar a la máquina.

Me preguntó qué alimentos había consumido aquel día y cogió las ampollas rellenas de esos alimentos (o sin rellenar pero con una etiqueta que llevaba ese nombre) para ver si era eso lo que provocaba mi malestar.

“¿Café? Por debajo de 70. ¡Bien!”
“¿Pan? Por debajo de 70. ¡Fantástico!”
“¿Lactosa? Pííííííííííííííí ¡Mogollón!”
“Uy, señora Cigüeña Blanca, me temo que su problema es que tiene una intolerancia a la lactosa pero no se preocupe porque por el módico precio de 35€ se la curo en menos de 10 minutos. ¿Quiere que lo haga?”

Y yo, que debía de estar bajo el efecto de alguna droga muy muy rara, dije que sí.

Y el show continuó.

Me hizo sujetar las bolas de latón (también con cables) con las dos manos y poner los pies en una especie de placas (sí, lo adivinasteis, también de latón) y pulsó unos botones en la máquina para que empezara la cuenta atrás. Cuando el contador llegara a cero, ¡estaría curada!

homeopatiavalladolid.com

La cuenta atrás terminó e hizo la prueba que demostraría que todos mis males se iban a acabar esa misma tarde. Me dio otra vez un cilindro, puso la clavija esa de antes en el dedo con el que la máquina había pitado y… Píííííííííííí

“Uy, señora Cigüeña Blanca, me temo que hay un error. Yo ya la he curado, así que no debería volver a pitar”.

Y lo intentó de nuevo: Píííííííííííí

“Uy, señora Cigüeña Blanca, no sé qué pasa”.

Empezó a tocar más botones (supongo que apagaría lo que hacía sonar la máquina, jajajaja) y al volverlo a intentar la máquina ya no pitó.

“Ay, sí, señora Cigüeña Blanca, ahora sí va a sentirse mejor desde hoy mismo”.

Aun así, se levantó, se puso detrás de mí y, no, no me estranguló, sólo me tocó la columna vertebral a la altura del cuello y me dijo que tenía una vértebra fuera de su sitio pero que ella (supongo que también por un módico precio) podía colocármela de nuevo. Y se supone que lo hizo.

Después de toda la parafernalia, me advirtió de los posibles efectos secundarios que podría sentir a lo largo de la tarde y se despidió de mí no sin antes decirme que la factura me llegaría a finales del trimestre.

Salí de allí aliviada. No porque creyera lo que la mujer me había contado sino porque la experiencia no había sido tan traumática como me esperaba. Y además, aunque ahora mismo ya no me lo puedo creer, os juro que el dolor de cuello contra el que llevo meses luchando, de repente, esa tarde desapareció. ¡Me había curado, jajaja!

Sin embargo, decidí no tomar ninguna decisión inmediatamente. Por un lado, mi opinión en contra de los Heilpraktiker siempre ha sido muy radical, al igual que la de la mayoría de los españoles pero, por otro lado, los alemanes creen tanto en estas cosas… No quería dejarme llevar por ninguna de las opiniones que escuchaba cuando sacaba el tema, quería analizar en tranquilidad lo que había vivido en esa consulta y sacar mis propias conclusiones.

Aun así no me fui directamente a casa a cavilar, sino que quedé con mi marido en el centro para ir de compras y cenar. En el Kneipe le conté lo vivido y nos echamos unas risas. Tomamos unas cervecitas y volvimos a casa.

Y no sé qué me pasó después, me sentía tan despierta, tan activa, tan… tan… excitada… que cogí a mi marido sin preaviso, lo desnudé completamente y, por primera vez en mucho tiempo, echamos el polvo del siglo. Me gustó, me gustó como hacía muchísimo tiempo que no me gustaba. Y aunque esa misma tarde me había hecho un test de ovulación y había salido positivo, lo que menos me importaba en ese momento era si me quedaría o no embarazada ese ciclo. Sólo me importaba recuperar el placer que durante tantos años había perdido.

Al día siguiente me levanté con dolor de culo, jajaja. Y sí, el cuello también me dolía. ¡En realidad me dolía todo el cuerpo! ¿Sería el mambo de la noche anterior o serían los efectos secundarios de los que me había hablado la Heilpraktikerin?

Y en el tren al trabajo empecé a hacerme Gedanken:

- Está demostrado que el placebo ayuda si el paciente cree que le ayuda, así que sólo tengo que creer. ¿Y si lo de ayer fue realmente debido a la energía que me pasó el aparato ese? ¿Y si aunque yo no crea me ayuda? Y el efecto placebo se apoderó de mí.

- ¿Y si el polvazo de ayer será el “definitivo” y este mes me quedo embarazada? ¡Sólo tengo que creer!

Pero una hora más tarde llegué al trabajo y, qué casualidad, la primera persona con la que me encontré fue la compañera que me había recomendado a la Heilpraktikerin y la biorresonancia. Y cuando me preguntó qué tal me había ido, desperté del Rausch y le fui sincera:

“Bueno, supongo que si creyera en ello, me ayudaría, como cualquier placebo, pero como no me lo creo, supongo que tendré que seguir sufriendo mis molestias hasta que encuentre una mejor solución”.

Y entonces otro montón de Gedanken se hicieron cada vez más presentes en mí:

- La biorresonancia es un placebo y, según crean o no en sus efectos, a muchas personas les ayuda y a muchas otras no.

- Si sólo es un placebo y lo saben, ¿por qué elegir una máquina tan surrealista en vez de dar un placebo en pastillas (como los glóbulis) en el que muchas más personas creerán? Si en vez de esta máquina, eligieran las pastillas, tendrían que cobrar menos, por lo que ganarían menos o… ¿ganarían más porque al ser más barato iría más gente?

- ¿De verdad es más barato? Creo que la Heilpraktikerin de las hormonas bioidénticas me cobró más o menos lo mismo sólo por el Erstgespräch. Con la biorresonancia me incluía en el precio todo el diagnóstico. ¡Vaya, estoy de suerte!

- La biorresonancia cura pero… sólo enfermedades que no se tienen.

- ¿Intolerancia a la lactosa? Jajajaja, vale, es verdad que la leche no es mi bebida favorita y que odio beberla caliente, pero de ahí a que sea la causa de todo…

- ¿Una vértebra fuera de su sitio? ¡Vamos, anda! ¿Y por qué ni mi traumatólogo, ni mi fisio se han dado cuenta hasta ahora ni se ve en las radiografías que me hicieron hace unos meses?

- Lo dicho, la biorresonancia sólo diagnostica enfermedades que no tienes porque sólo de éstas te puede curar. Estoy segura de que si me hago un test de lactosa me dará negativo. Yo sé que lo será porque nunca he tenido intolerancia a la lactosa, pero alguien que crea en estas cosas pensará que la biorresonancia lo ha curado, ¿no?

- ¿Y qué pasa con mi Heuschnupfen? ¿Cómo es posible que llegara moqueando a la consulta y no le diera por pensar a la Heilpraktikerin que tengo alergia al polen? ¿Por qué deja de hacer el test en cuanto la primera cosa da positivo? ¿Por qué no sigue metiendo en la máquina ampollitas con otros nombres para que encuentre otras causas? ¡Está claro, del Heuschnupfen no habría podido curarme!

- Y lo que más me llama la atención: ¿Cómo es posible que en Alemania haya tantísima gente que cree tan ciegamente en todos estos métodos? Y sobre todo, ¿cómo no les da vergüenza reconocerlo públicamente? Se trata en muchos casos de los llamados (en Alemania) “académicos”, es decir, personas con formación universitaria y empleos de muchísima responsabilidad. ¿Cómo son capaces de gastar tanto dinero en estas cosas y no quererse darse cuenta de que les están tomando el pelo?

- ¿Cómo después de esta experiencia surrealista podré volver a mirarle a la cara a la compañera de trabajo que me lo recomendó (y me juró que tanto a ella como a sus hijos les ha curado alergias múltiples) y no pensar que estoy hablando con una “colgada”? ¿Cómo volver a creer en el prestigio de los médicos de cabecera aun sabiendo que los hay (como su marido) que también usan este método engañabobos en sus consultas?

Pues ni idea.

La verdad, decepcionada no estoy en absoluto porque nunca he creído que el método en sí pudiera funcionar. Sin embargo, una parte de mí sí deseaba que el efecto placebo funcionara y que empezara a sentirme mejor. Incluso una pequeñísima parte dentro de mí tenía una pequeñísima esperanza de que el embarazo se produjera este ciclo (después de lo bien que me lo pasé el día que ovulé pero, no, no ha sido así.

Con la llegada de la regla, se ha ido la esperanza de que algún aprendiz de Carlos Jesús me pueda ayudar. Pero aún queda la esperanza de que la in vitro a la que nos vamos a someter el próximo ciclo funcione por fin.

www.culpito.webatu.com

Ya os iré contando.