lunes, 27 de abril de 2015

"Hoy es un buen día...

… ya verás cómo viene alguien y te lo jode”, que se suele decir.

Y en mi caso no ha sido diferente.

Me acosté ayer convencida de que tenía un montón de cosas que hacer por la mañana antes de irme al trabajo y por eso me puse el despertador un buen rato antes de lo normal. No ha servido de nada porque al final no he hecho otra cosa que darle al botón de snooze constantemente y he acabado levantándome a la misma hora de siempre.

Milagrosamente, todo lo que se suponía que tenía que hacer ha tardado muchísimo menos de lo que esperaba y al final estaba lista para salir antes de la hora. Ha sido motivo de orgullo y felicidad pues hoy es el primer día en meses que no tengo que correr para coger el tren. De hecho, hoy he podido pararme un momento a charlar con una vecina que me encuentro todas las mañanas y a la que apenas me da para decirle un “moin, moin”.

Lo dicho, no he corrido, y cuando he llegado al tren y he visto que faltaban todavía dos minutos para que saliera, me ha dado un subidón. “¡Puedo cambiar!”, me he dicho, “sería genial hacer esto todas las mañanas”.

Pero la alegría me ha durado poco.

Me he sentado donde siempre y ahí estaba ella. Una chica, algo más joven que yo, que coge el mismo tren que yo todas las mañanas y que, después de tantos años viajando juntas, cruza, cuando le da por ahí, algunas palabras conmigo. Pero hoy no era la de siempre.

Hoy, como por arte de magia, lleva consigo una barriga de embarazada de unos 5 ó 6 meses. ¡Y le queda de maravilla! ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta hasta ahora? Bueno, hoy lleva una chaqueta con cinturón y lleva éste bien atado por debajo del pecho, lo que hace que su barriga se marque más. También imagino que ahora ya lo saben en su empresa y ya no lo esconde tanto.

De todas maneras, ¿qué importa si lo he notado antes o después? Lo único que importa es el dolor que he sentido. Aunque apenas la conozco la verdad es que me alegro por ella, en serio. El único problema es que miro a mi alrededor y me doy cuenta de que apenas conozco a nadie que no tenga hijos o esté a punto de tenerlos.

Sólo yo. Yo no tengo hijos ni estoy a punto de tenerlos. Y eso duele, y mucho.

El día había empezado bien. Estaba feliz. Pero ahora… ahora no puedo decir lo mismo :(

viernes, 24 de abril de 2015

(Natur-)Heilpraktiker

No sé si he tomado la decisión correcta ni tampoco si me va a aportar algo lo que estoy a punto de hacer.

Harta de vagar de un médico a otro (de cabecera, ginecólogo, endocrino o de fertilización) y de no encontrar ninguna solución en ninguno de ellos, he decidido dar un paso más y lanzarme al mundo de la medicina naturista (¿o se dice natural?).

He tardado meses en decidirme porque, aunque sí creo en el poder de la Madre Naturaleza para sanarnos, no me gusta el rollito que llevan muchos Heilpraktiker por aquí. Tienen fama de ser muy esotéricos y de dar bolitas de azúcar para curar cualquier enfermedad.

La mayoría de las personas que conozco que van a un Naturheilpraktiker son (o parecen ser) personas normales, por lo que parece que el mundo de la medicina naturista y la homeopatía goza aquí de aceptación y respeto. Sin embargo, yo, viniendo de España, donde los médicos naturistas son más bien vistos como charlatanes o sacacuartos, he tardado bastante en querer probar con uno de ellos.

¿Qué digo uno? ¡En realidad, he pedido cita con dos!

La primera a la que voy se ha especializado en tratamientos con hormonas bioidénticas, que, según he leído en internet y como su nombre indica, son hormonas idénticas a las que produce el cuerpo humano. Son de origen vegetal pero no se encuentran tal cual en la naturaleza por lo que de alguna manera tienen que ser sintetizadas en un laboratorio. Sin embargo, no se las puede denominar hormonas sintéticas, ya que éstas son las que produce la industria farmacéutica.

Suelen utilizarse en tratamientos de remplazo hormonal, sobre todo en mujeres menopáusicas, pero también en mujeres con desarreglos hormonales (por ejemplo, después del nacimiento de un hijo o al dejar los métodos anticonceptivos), siendo las más habituales las que ya nos suenan de la medicina tradicional: estradiol, progesterona, testosterona, DHEA, etc. 

Leí su currículum en su página web y además de (o mejor dicho, a pesar de) ser Heilpraktikerin, es fisioterapeuta y tiene muchísima experiencia en hospitales, por eso me decidí a llamarla. Cogió ella misma el teléfono y me pareció una persona de lo más simpática y dulce y eso ya acabó de convencerme. Espero que mi instinto no me haya jugado una mala pasada. La cita me la dio para relativamente pronto, dos semanas, es decir, para el martes que viene.

La otra a la que llamé me fue recomendada por una amiga. Y aunque no estoy segura de que su método me vaya a ayudar, no quise esperar más para probarlo. Antes de pedir cita con ella, eso sí, la investigué un poco en internet. No sólo los métodos alternativos que usa, que me parecen rarísimos y me dan ganas de salir corriendo (porque también los usan los cienciólogos), sino más bien a ella como persona. Casualmente encontré el vídeo de una entrevista que le hicieron por un motivo que no viene al caso ahora y me pareció una mujer con los pies en la tierra y de una simpatía y sensibilidad abrumadora. La llamé, y la simpatía y gracia de la que me cogió el teléfono acabaron por convencerme. Lástima que para esta cita tenga que esperar todavía casi un mes.

Ésta, como digo, utiliza un método a mi parecer bastante raro y poco realista, pero por el que aquí se ha hecho famosa y se ha ganado la buena reputación que tiene. Está especializada en curar alergias y para ello utiliza la biorresonancia. ¿Habéis oído hablar alguna vez de ella?

Yo me he estado informando un poco en la red (véase “fuentes” al final de la página) y esto es lo poco que he llegado a comprender:

El diagnóstico y tratamiento con biorresonancia se basa en la creencia de que todo ser vivo está compuesto por campos electromagnéticos y, por este motivo, emite una frecuencia vibratoria única que precede a todo proceso bioquímico. Así, cualquier desequilibrio electromagnético que se produzca en las células de un ser vivo sería la causa de su enfermedad.

Tanto para el diagnóstico de una enfermedad (como, por ejemplo, una alergia o un desarreglo hormonal) como para su tratamiento, se utiliza un aparato llamado MARS III. Éste puede, por un lado, hacer un registro de la electricidad celular del ser vivo, diagnosticando así qué sistemas u órganos están en desequilibrio y causan su malestar. Por otro lado, el MARS III puede devolverle el equilibrio a esta electricidad, curando así de su enfermedad al ser vivo que ha sido tratado.  

Lo dicho, me parece un método bastante extraño y poco creíble pero de verdad que todo el mundo que conozco que ha pasado por esta señora habla maravillas de ella, así que o la gente se ha vuelto loca o de verdad esta cosa funciona, ¿no?

También he leído (y lo sé también por mi amiga) que además de utilizar el MARS III para el diagnóstico suelen hacer un análisis exhaustivo de sangre, de cabello, de uñas, ¡de ADN! y es por esto por lo que he decidido probarlo. A lo mejor ni siquiera me atrevo después a probar el tratamiento con el MARS III pero ¿y si con esos análisis ya sea con el MARS III o sin él por fin pueden hacerme un buen diagnóstico y decirme qué narices me pasa y por qué tengo los síntomas que tengo desde que tomé la píldora?

Bueno, pues eso es a lo que me voy a enfrentar las próximas semanas. No es que tenga grandes esperanzas de que me puedan ayudar las medicinas alternativas pero después de tantos años sin obtener una respuesta positiva ni una solución por parte de la medicina “tradicional”, ya es hora de continuar la búsqueda en otros horizontes.

sábado, 11 de abril de 2015

El ciclo más largo de mi vida

Hoy, por fin, me ha bajado la regla.

Después de haber dejado el Gonal F. a medias parece que mi cuerpo se ha vuelto loco y mi ciclo se ha alargado como nunca. 45 días me ha durado. 45 malditos días.

Y es que esto de meterse hormonas ya sabemos que no es nada bueno, pero ahora queda demostrado que dejar los tratamientos a medias es todavía peor.

Me pinché Gonal F. durante cinco días y, si todo hubiera ido bien, habría seguido haciéndolo hasta el día de la ovulación. Después me habría pinchado Ovitrelle y, a partir de ahí, habría tomado progesterona hasta a saber cuándo (betaespera). Pero como en el día 8 me chafaron el plan, tuve que dejar el Gonal F. después de esos cinco días, y lo del Ovitrelle y la progesterona no llegué ni a poder soñarlo.

Menos mal que esta vez las hormonas no me han afectado psicológicamente. No he tenido crisis existenciales, ni depresión, ni me ha dado por discutir con mi marido o por querer divorciarme de él, ni me he preguntado ni una sola vez qué coño hago yo viviendo en este país (¿o sí?)… No he estado unos días de peor humor que otros, ni más activa o vaga de lo normal, ni me ha dado por arreglarme más o menos que de costumbre... Por así decirlo, todos los días han sido exactamente iguales. Es decir, en cuanto al aspecto psicológico ha sido un ciclo, a mi modo de ver, plano.

En cuanto al aspecto físico, no he tenido dolores en los pechos, ni me ha crecido la barriga, ni me ha salido bigote… ¡ni me ha cambiado la voz! Sin embargo, a partir del día 17 del ciclo y durante 10 días aproximadamente estuve sangrando a lo bestia. No se trataba de un manchado como en otras ocasiones sino un sangrado de verdad, rojo y abundante. Y no, no es que se me hubiera adelantado la regla porque, si lo hubiera hecho, habría tenido, al menos ligeramente, un dolor de ovarios en los días de mayor sangrado, pero como no tuve ninguna molestia, estoy 100% segura de que estaba sangrando sólo por haber dejado el tratamiento sin terminar.

Si hubiera sido la regla, ahora estaríamos mucho más cerca de nuestro segundo intento para hacernos la FIV, pero al haberse extendido mi ciclo tanto, ya no sé cuándo podremos ponernos manos a la obra otra vez.

En mayo tenemos, otra vez, un montón de compromisos tanto personales como de trabajo, así que parece que no nos permitirán someternos al próximo (¡y espero que definitivo!) tratamiento. Sólo espero que en junio no nos surja nada y podamos embarcarnos en una nueva aventura “fértil”, porque si lo seguimos posponiendo, al final acabará pasando otro mes y otro y otro y… a este paso nunca lo conseguiremos.

Así que… sí, junio será nuestro mes. Esta vez estoy segura. Lo vamos a conseguir.